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PLAZA

Texto publicado en la Revista NOMASTIQUE :

https://issuu.com/menumamedia/docs/044_plaza_issuu

                                                                                                        Texto. 1

Mi padre creció en una colonia contigua a Tlatelolco. Su domicilio se encontraba a más de 10  o 13 calles en linea recta hacia esos edificios que acercaban el futuro.  La conStrucción que comenzó en 1960 de la Unidad habitacional Nonoalco remarcaba la austeridad de las colonias aledañas. Del lado norte, la Ex- Hipódromo de Peralvillo era una colonia llena de casas charrapas. Algunas con techos de vigas. Vecindades con baños y lavaderos comunitarios.  Y, entre ambas, corría la avenida Eje 2 Norte; Manuel González. Así, Nonoalco y la Ex- hipódromo se encontraban separadas por tiempo, esitlo y arquitectura. Sin embargo, un puente peatonal vinculaba las dos zonas.  Y desde el puente se aprecia diferente Tlatelolco que a ras de suelo. Mi padre y yo conocemos este mismo puente pero en contextos diferentes.De niño, mientras jugaba en la calle, escuchó explosiones, creyó que eran juegos artificiales. Él y otro amigo recorrieron la colonia hasta el puente. Y vieron tanques y camiones militares en Manuel Gonzáles. Subió al puente y observó a gente que corría por todas partes mientras se escuchaban disparos. Nadie podía cruzar.  Nadie podía entrar y salir. Y a veces, cuando camino por el puente, imagino tanques verdes. 

                                                                                                            Texto. 2

No recuerdo cunado fue la primera vez que entré a Tlatelolco. Pero, sí recuerdo cuando la percibí distinto. Sucedió después de ver la película Rojo amanecer, y Nonoalco se transformo en algo oscuro lleno de espanto. Asistí a una secundaria que se encuentra dentro de la tercera sección. Eso me obligó a convivir con los colegas que habitaban los edificios. Mientras entraba en ellos, mi mente me llenaba de imágenes de cuerpos llenos de sangre que se tendían por las escaleras. Me llegué a sentir como en la última escena cuando el niño sale del departamento y encuentra a su familia asesinada.  Caminar por los pasillos de los edificios me daba escozor, pensaba en los militares disparando hacía la plaza, hacía los pasillos, a todos lados.  Hombres vestidos de verde derrumbando puertas.La matanza del 68 despretigió la zona.  Pero, el sismo del 85 la transformóoen parca y desnutrida. Después, ese miedo y el recuerdo disminuyó cuando terminé la secundaria y dejé de frecuentar “tlate”.